
Aunque muchos aspectos de su biografía nos resultan esquivos, sabemos que José María de la Barra (1804-1850) fue uno de los quince hijos del matrimonio formado por el abogado y político Juan Francisco León de la Barra Loaysa y por Mercedes López Guerrero Villaseñor. Su infancia transcurrió en la transición de la colonia a la república, hecho que marcó su vida familiar y social. A los 25 años de edad, inició su carrera profesional en el ámbito diplomático, al cual se vinculó a través de su hermano José Miguel, entonces cónsul general en Londres. Primero como secretario de la Legación chilena en la capital inglesa y, luego, con el mismo cargo, pero en París, José María permaneció en Europa casi 8 años, experiencia que le permitió ser testigo privilegiado de los procesos de transformación política, social y cultural que allí se desarrollaron durante la primera mitad del siglo XX.
Son precisamente estas las vivencias que recapitula el manuscrito Recuerdos de mi viaje a Europa, redactado por José María de la Barra en 1836. Elaborado de manera retrospectiva durante su viaje de regreso a Chile, el escrito –ingresado a la Colección de Libros y Documentos del Museo Histórico Nacional el año 2000– ofrece un relato caleidoscópico de los contextos, hechos y personajes que marcaron la estadía de este joven chileno en el Viejo Continente. Junto con documentar las condiciones materiales, sociales y culturales de los lugares visitados, el texto permite asomarse a las dinámicas de sociabilidad y de circulación de ideas de la época, así como a las opiniones, preocupaciones e intereses de su autor.
Un joven chileno en la “capital del universo”
El recuento de José María de la Barra arroja luces sobre aspectos sumamente diversos. Uno de especial interés son las condiciones y medios de transporte de la época, incluyendo detalles sobre rutas, itinerarios y tiempos de viaje. De hecho, el manuscrito entrega uno de los pocos testimonios conocidos del cruce terrestre desde Chile a Mendoza, pues la mayoría de los relatos existentes describe el viaje en sentido inverso.
Asimismo, la crónica de las travesías, reuniones sociales y eventos culturales en las que el autor participó está salpicada de encuentros y anécdotas notables: la coincidencia en plena cordillera de los Andes con la comisión gubernamental encargada de repatriar los restos de los hermanos Carrera; la despedida a Andrés Bello, quien, después de casi veinte años, dejaba Londres para establecerse en Chile; un concierto en una residencia parisina junto al compositor Franz Liszt; tertulias con el general Lafayette, el novelista James Fenimore Cooper o el expresidente argentino Bernardino Rivadavia; y la visita en Bruselas al general José de San Martín –con quien los hermanos De la Barra mantuvieron una relación estrecha–, días antes del estallido de las revoluciones liberales, por mencionar solo algunos.
En Europa, José María tomó contacto con las preocupaciones de su tiempo y profundizó su interés por la economía política asistiendo a clases en la recién formada London University y en el prestigioso Collège de France. El texto está atravesado por sus opiniones acerca de distintos aspectos del desarrollo social y económico de los países que visitó –la infraestructura, las vías de comunicación, los adelantos técnicos y la agricultura, entre otros–. También accedió a una extraordinaria variedad de expresiones culturales y artísticas –desde la ópera, las bellas artes y la música hasta los dioramas y panoramas–. Todo esto, mientras Chile se encontraba aún en medio de un complejo proceso de asentamiento político, económico y cultural.
Descarga el artículo completo “Recuerdos de mi viaje a Europa (1828-1836), por José María León de la Barra López”, por Marcela Drien.