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El impacto de la viruela en la Araucanía (1890-1919)

La viruela en La Araucanía

Originado en el Lejano Oriente, el virus variola –causante de la enfermedad llamada «viruela» o, popularmente, «peste»– llegó a América con los españoles a fines del siglo XV. Su fácil transmisión a través de los fluidos corporales de los enfermos la convirtió en una epidemia que rápidamente diezmó a la población autóctona: según el militar Jerónimo de Quiroga, para 1555 ya había costado la vida a tres cuartas partes de los indígenas chilenos.

Al retirarse los españoles hacia el norte del río Bíobío, la Frontera o Araucanía quedó por un tiempo a salvo de la enfermedad. Sin embargo, a medida que el Estado chileno comenzó a ocupar dicho territorio, el proceso migratorio llevó consigo el virus, que desde la década de 1870 provocó grandes estragos en la zona central. Las autoridades políticas recurrieron a los conocimientos mé­dicos y sanitarios para hacerle frente en su forma epidémica, incorporando medidas como la vacunación y el aislamiento de los contagiados.

Un flagelo transversal

La información contenida en los libros de Intendencia conservados por el Archivo Regional de la Araucanía permite reconstruir el alcance que tuvo la viruela en la región a fines del siglo XIX y comienzos del XX, y examinar las medidas adoptadas para controlarla. El registro de las actividades desarrolladas por las intendencias de Malleco y Cautín muestra que las autoridades aplicaron tempranamente un plan de vacunación, el cual, si bien se concentraba en los centros urbanos, contemplaba también excursiones a distritos menores. La labor se veía dificultada por diversos factores, tales como la falta de personal idóneo para administrar las vacunas, la ausencia de caminos para distribuirlas y la resistencia de la población a recibir el tratamiento, entre otros.

Las emergencias epidemiológicas implicaban la compra de medicamentos, alimentos para los enfermos, pago del personal médico, ampliaciones y construcciones de los lugares de atención, contratación de vacunadores y desinfectadores, y fletes para trasladar el virus vacuno desde Santiago. La escasez de recursos a menudo impidió la construcción de hospitales y lazaretos, limitándose las autoridades a habilitar cementerios para variolosos.

De acuerdo con los registros consultados, la enfermedad no parece haber discriminado a ningún grupo pobla­cional. Aunque algunas autoridades apuntaron a “las condiciones de vida y las costumbres de los indios” como un factor de riesgo, el peligro se concentraba, en realidad, en los centros urbanos; lo más probable es que los mapuches-huilliches se contagiaran al viajar a las ciudades.

 

Descarga el artículo completo “Enfermedad y muerte en la Araucanía: los alcances de la viruela y la respuesta estatal chilena frente a la epidemia a fines del siglo XIX y principios del XX”, por Mario Fabregat.

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