La zona centro-sur de Chile se caracteriza por una larga tradición de adaptaciones humanas a los ambientes boscosos. Las poblaciones que desde hace 9000 años ocuparon esos bosques templados –mayoritariamente caducifolios y laurifolios– conocieron y aprovecharon sus recursos florísticos, en especial, la madera, que utilizaron para fabricar diversos artefactos y utensilios. En el caso del pueblo mapuche, esta práctica ha sido históricamente parte de su vida social: además de poseer un conocimiento especializado de los recursos del bosque, los mapuches mantienen un vínculo espiritual y simbólico con varias especies arbóreas que habitan dichos ambientes.
La colección del Museo de la Araucanía
Los objetos mapuches de madera que se exhiben en el Museo Regional de la Araucanía (MRA) son expresión de un dilatado proceso de convivencia de las poblaciones humanas con los bosques. A lo largo de este, el pueblo mapuche aquilató un cuerpo de conocimientos acerca de las propiedades físicas y mecánicas de la madera, su extracción y tratamiento, y desarrolló una técnica especializada de labrado monóxilo –es decir, a partir de una sola pieza–.
El artículo que aquí se presenta recoge un estudio colaborativo realizado junto con Héctor Curiqueo Melivilu y Hernán Marinao Marinao, dos mamüllfe –es decir, expertos mapuches en el trabajo de la madera– oriundos de las zonas de Maquehue y del lago Budi, respectivamente. A partir de su sistema de conocimientos, de la tradición oral de sus comunidades y de sus propias experiencias personales, los especialistas analizaron e interpretaron los objetos de madera que forman parte de la exhibición permanente del Museo, abordando aspectos técnicos y funcionales, pero también sociales, simbólicos y filosóficos.
La mirada de los mammülfe
Como resultado de la metodología dialógica aplicada durante varias sesiones de trabajo, los especialistas determinaron que los objetos de la colección fueron elaborados siguiendo técnicas tradicionales mapuches y utilizando especies nativas como materia prima. En la confección de las piezas se empleó una sucesión de herramientas manuales –hacha, azuela, gubias y formones–, identificadas por los autores según las huellas de corte y labrado. Por otra parte, los objetos presentan huellas de haber sido usados en ámbitos domésticos y ceremoniales: algunos tuvieron múltiples aplicaciones (bateas y weñu, por ejemplo), mientras que otros estuvieron destinados a funciones sumamente específicas (kultrung, pifilka, kollong). La mayoría de las piezas fue adscrita temporalmente a la segunda mitad del siglo XX y, considerando las materias primas utilizadas y ciertos aspectos formales, en algunos casos fue posible inferir sus territorios de origen.
Contenidos simbólicos y espirituales relacionados con la comprensión de las materialidades por parte de la cultura mapuche estuvieron presentes en todo momento. A diferencia del conocimiento occidental, donde los materiales culturales son considerados inertes, para estos especialistas se trata de objetos con vida y, por tanto, poseedores de agencia y capaces de interactuar tanto entre ellos como con otras entidades humanas y no humanas. En conformidad con esta visión, los mammülfe se manifiestan críticos de los museos y de sus dispositivos de exhibición, por cuanto “congelan” el flujo vital del cual los objetos son parte. No es que se opongan de manera esencialista a que objetos de la cultura mapuche sean colectados y exhibidos: lo que desaprueban es el modo en que las instituciones patrimoniales lo han hecho –y lo siguen haciendo–, excluyendo la visión de los representantes del pueblo mapuche y limitando la vida de los objetos a tipologías rígidas, por lo general, de índole contextualista o formalista.
Descarga el artículo completo “Mapuche küme kuifi kuzaw mamüll (La antigua forma mapuche del trabajo de la madera). Artefactos monóxilos mapuche en el Museo Regional de la Araucanía”, por Héctor Curiqueo Melivilu, Hernán Marinao Marinao y Miguel Chapanoff Cerda.