En 1943, al cumplirse el centenario de la toma de posesión del estrecho de Magallanes y la fundación del Fuerte Bulnes, se proyectaron en la región numerosas actividades conmemorativas de estos hitos decisivos para la consolidación de la soberanía chilena en la Patagonia. Entre ellas, la de mayor importancia fue la reconstrucción del antiguo fuerte levantado por Juan Williams en octubre de 1843 sobre la punta Santa (costa central del estrecho), inscrito en la historia como el primer asentamiento en el confín austral. Impulsada por el mayor Ramón Cañas –quien dirigió en 1930 una de las expediciones que determinaron la ubicación original del establecimiento, tempranamente desaparecido– y materializada por una comisión ad hoc, la reconstrucción se completó ese año 1943 y fue inaugurada en febrero de 1944 por el presidente Juan Antonio Ríos.
En paralelo, el programa de obras conmemorativas incluyó la instalación del mástil monumental en la plaza Muñoz Gamero de Punta Arenas; la inauguración de la parroquia Cristo Obrero por parte de la Congregación Salesiana en el barrio Prat; la creación de una Sección Magallánica en la biblioteca municipal; la organización de un concurso literario; y la construcción del faro O’Higgins sobre el extremo oriental de la punta Santa Ana por la Armada de Chile. La efeméride también dio pie a varias iniciativas en el ámbito editorial, la más notable de las cuales fue la publicación del libro Fuerte Bulnes de Armando Braun, obra que, a la fecha, sigue siendo material de consulta obligada sobre el tema, tanto por parte de especialistas como de público en general.
Viaje a la trastienda del trabajo historiográfico
El Museo Regional de Magallanes alberga entre sus colecciones parte de la documentación en la que Armando Braun se basó para preparar esta insigne obra. Reunida en el denominado «Fondo Fuerte Bulnes», comprende abundantes recortes de prensa, transcripciones mecanografiadas y manuscritas de artículos académicos, anotaciones, correspondencia y material gráfico.
La revisión de este material permite acceder a abundante información que no se limita a los acontecimientos históricos que conforman el tema central de la publicación: también se encuentran allí antecedentes valiosos e, incluso, inesperados sobre otros asuntos de interés historiográfico regional, como, por ejemplo, la presencia y actividades de los aónikenk en las costas del estrecho de Magallanes, la caza de lobos en la Patagonia o ciertos episodios infaustos que marcaron la vida de ese primer contingente humano establecido en el Fuerte Bulnes.
Por otra parte, al examinar los materiales reunidos en este fondo documental, podemos reconstruir el proceso de elaboración del texto historiográfico y analizar de manera crítica sus énfasis y silencios. Ello nos recuerda que la labor del historiador jamás puede abstraerse de la subjetividad; en este caso, la de un representante de la historiografía tradicional, defensor del relato de la épica pionera y heredero de una las familias más acaudaladas de la Patagonia.
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